Los sismos que causan tragedias despiden su propio olor: “Cemento pulverizado con sangre”.
Así lo explica el subcoordinador nacional de Socorros de la Cruz Roja Mexicana (CRM), Marco Antonio Franco Hernández, quien posee 40 años de experiencia en labores de búsqueda y rescate en al menos 20 países del mundo.
En vísperas del sexto aniversario del sismo del 19 de septiembre de 2017 y de los 38 años que se cumplen del terremoto de 1985, que azotaron principalmente la Ciudad de México, Franco Hernández reflexiona sobre el impulso que lleva a los rescatistas a ayudar en condiciones extremas, como pueden ser estructuras colapsadas, en medio de escombros, y en ambientes donde permean el terror, la desesperación y la muerte.
Desde la sala de juntas de la sede de la CRM en Polanco, el experimentado rescatista es directo cuando se le pregunta qué los motiva a trabajar durante horas sin comer ni dormir en una catástrofe… “Ayudar es una necesidad, es como un alimento. Me gusta (ayudar) y el pago no tiene que ser remunerado; es una satisfacción personal. Uno busca ver que la gente está bien”.
Pero apoyar a los demás, aclara, “no es un tema de heroísmos, es de sentido común humano”.
Marco Franco, al igual que millones de mexicanos, considera que los sismos de 2017, que fue de 7.1 grados, y de 1985, que fue de 8.1 grados, han dejado una huella imborrable en la memoria de los habitantes, sobre todo en quienes padecieron ambos desastres en la capital del país porque el de hace seis años causó 228 muertes y el de 38 años, diez mil decesos, de acuerdo con la propia Cruz Roja.
En ambas tragedias, expone, la población civil contó con el apoyo de los mismos ciudadanos, pero también de quienes se dedican a prepararse para reaccionar y prestar ayuda en casos de emergencia, como los integrantes de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGRyPC), del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) y de la propia Cruz Roja Mexicana.
Todas las personas que están en labores de rescate tienen algo en común, asegura Franco Hernández: “Su mirada es de decisión porque están enfocados en el punto. Si pudiéramos hacer un enfoque de la mirada de las personas que están trabajando en ese momento seguramente encontrarás decisión en todos. Están decididos a hacer su trabajo cueste lo que cueste”.
Pero también, agrega, están enfocados en “pensar positivamente porque en medio de la tragedia, sin importar lo que esté pasando, pensar positivo ayuda a buscar el mayor bienestar que puedas alcanzar para la gente que está sufriendo en esos momentos”.
Hermandad
Cuando Franco habla sobre las labores de ayuda, de igual manera destaca el apoyo entre compañeros, la hermandad que distingue a los rescatistas que integran la Cruz Roja, característica que, asegura, trasciende fronteras y fue reforzada en los desastres causados por los sismos de 1985 y 2017.
“Después de una jornada agotadora nunca falta el compañero o un ciudadano que en la calle te ofrece una bebida caliente, te trae de comer o te da una muda de ropa en las veces que ni siquiera te puedes cambiar”.
También están estos gestos de colegas que, cuando te ven en la zona de desastre, te dicen “yo paso a tu casa y avisó que estás bien”, o “yo voy a pasar a tu casa y voy a decir que estás ahí ayudando y, si quieres, les llevó una foto tuya para que vean que estás bien”.
INFORMACIÓN: PROCESO