Manaos, la capital del estado brasileño de Amazonas, que en la primera ola de la pandemia acaparó portadas con sus fosas comunes en los cementerios para enterrar a los muertos por el Covid-19, vuelve a repetir la tragedia. La rapidez de contagios de las últimas semanas ha desembocado en un colapso total en los hospitales. Se han agotado los cilindros de oxígeno y muchos pacientes están muriendo asfixiados dentro de los propios hospitales. Otros ya están siendo trasladados de urgencia a otros puntos de Brasil. Los primeros 30 salieron el viernes rumbo a Teresina, a 1.900 kilómetros de distancia. En total, el Gobierno calcula que este fin de semana habrá que trasladar a más de 200 enfermos.
La situación más tensa se vive en la maternidad Ana Braga, donde 61 bebés prematuros podrían morir si se acaba el oxígeno en las incubadoras. Estuvieron a punto de ser trasladados a São Paulo y otros estados, pero finalmente el ministerio de Salud consiguió comprar oxígeno para las próximas 48 horas. El hospital de urgencias más importante de Amazonas, el 28 de agosto, dejó de admitir a pacientes el viernes por la tarde.
“Está muriendo mucha gente, no hay suficientes funerarias, hay muchos muertos en las casas”, lamentaba en declaraciones a G1, Lídia Nascimento, una cajera de la capital amazónica. El cuerpo de su madre está en un ambulatorio a la espera de poder ser enterrado. Además, está pendiente de la vida de su padre, que está en la UCI. Sólo consiguió ser internado después de que la familia aceptara una condición: compartir el oxígeno con el paciente de al lado. En los últimos días, la demanda diaria de oxígeno llegó a ser el triple de lo que los proveedores locales pueden producir.
El jueves, el déficit diario era de 48.000 metros cúbicos. Este fin de semana, decenas de familiares hacían cola a las puertas de una fábrica para intentar llevarse alguno de los codiciados cilindros verdes llenos de oxígeno.
INFORMACIÓN: EL MUNDO