El septuagenario cantautor y poeta español Joaquín Sabina brindó bohemia de renovados bríos en el Auditorio Nacional, siendo la velada de este viernes la primera de dos fechas en la vieja ciudad de hierro como parte de su gira “Contra todo pronóstico”.
El aquí tan querido artista peninsular desde finales de los ochentas y nacido en Úbeda, España, emergió a los acordes de “Cuando era más joven”. Fue agasajado en instantáneas marejadas de aplausos de bienvenida. Correspondió a su gente con voz aguardientosa, así:
Y dedicó unos versos:
Otra vez de escenario en escenario,
de hotel en dulce hotel del caño al coro,
otra vez despidiéndome del foro,
cambiando de estación el calendario.
Otra vez renovando el diccionario
de rimas a la busca del tesoro,
plagiándome a mí mismo como un loro,
haciendo habitual lo extraordinario.
Hospitalarias calles añoradas
que perfuman la piel de mis baladas
borrándome la lágrima y el miedo,
patria del corazón del fugitivo
que celebra el milagro de estar vivo,
con mariachi, tequila y José Alfredo…
Aclamaciones. El recital subió de tono la fresca noche venusina de octubre a los ritmos de “Sintiéndolo mucho”, “Lo niego todo” y “Mentiras piadosas”. Postrado por momentos en un banquillo y por otros en una silla junto a una mesa, el trovador de 74 años centelleó en vigorosa energía aderezada con el ambiente buena onda de sus seguidores. Acudió una diversidad generacional, desde los fans de cancioneros protestosos, más una nueva oleada juvenil, integrando un convite de reunión familiar. La producción cautivó con una colosal pantalla a telón de fondo. Mosaicos de fotográficos brillaban en recuerdos históricos del cantante, deleitando trazos de arte pictórico y figurando un lienzo infinito. Atmósferas intimistas relucieron en los cánticos ásperos del maestro Sabina, resonando “Lágrimas de mármol” y “Cuando aprieta el frío”.
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