Havyarimana bajó los precios de sus productos de limpieza cuando comenzó la pandemia, y comenzó a entregar jabón gratis a los más vulnerables del campamento.
Cuando Innocent Havyarimana comenzó en 2015 con su negocio para fabricar jabón en el campamento para refugiados Kakume, en Kenia, estaba tratando de superar los traumáticos eventos que lo obligaron a huir hace un año de su nativa Burundi.
No tenía ni idea de que su empresa artesanal se convertiría en un importante frente de batalla en la lucha contra la pandemia de coronavirus, en uno de los asentamientos más grandes del mundo de este tipo (Kakuma alberga a cerca de 200.000 personas).
Apenas se dio cuenta de la importancia de lavarse las manos para combatir la propagación de la covid-19, Havyarimana bajó los precios y comenzó a ofrecer los jabones en cantidades y tamaños más pequeños, para hacerlos más asequibles para sus pares.
“Todo el mundo necesita jabón, pero no todo el mundo puede permitírselo. Así que reduje los precios, ya que era más importante proteger a la gente que pensar en las ganancias”, le dice a la BBC este hombre de 35 años.
Tuve que aumentar mi producción en un 75% para satisfacer la demanda cuando comenzó la pandemia, con lo cual la covid-19 ha sido buena para mi negocio”.
INFORMACIÓN: BBC