Joe Biden quería estar hoy en una de las butacas mullidas del Regional del Noroeste número 87, que lanza un chirrido desconsolado cuando sale de Wilmington (Delaware). Mañana jurará en Washington el cargo de presidente de EE.UU., el final de un periplo que cumple un sueño de adolescente, conseguido en la tercera intentona y en el ocaso de su vida pública. Hoy quería montarse en el tren, pieza central en su idiosincrasia política. Pero el 87 sale sin Biden. No hay un ejército de seguridad en el andén, ni fogonazos de fotógrafos, ni saludos sentidos a pasajeros, ni la cabellera blanca del próximo arrendatario de la Casa Blanca.
INFORMACIÓN: ABC